Homenaje a la Unidad Popular Chile
El gesto heroico que hoy podemos aplaudir y homenajear de Salvador Allende y la Unidad Popular de Chile no aconteció al momento de su muerte. Se inició en su compromiso en la Unidad Popular, en su continuo reconocer a las fuerzas políticas que la constituyeron, alentando su existencia aun tras su aniquilación.
I.- El 11 de septiembre de 1973, desde el palacio de La Moneda, bombardeado y acribillado por la tropelía fascista alimentada desde Washington, el Compañero presidente Salvador Allende, a través de Radio Magallanes, endosó a la cruel jauría y sus amos sanción moral, reforzando eternamente la amenaza de justicia que persiste sobre los sicarios y sus deudos. Otras justicias.
II.- En su discurso ante el pueblo de Santiago de Chile, el 5 de septiembre de 1970, tras el triunfo electoral de la Unidad Popular, el compañero presidente dejó claro su compromiso y papel en el esfuerzo de la patria chilena. Sin caudillismos populistas, sin concesión alguna a las pretensiones mitologizantes e individualizadoras de los medios de comunicación que intentan banalizar el esfuerzo colectivo, Allende reivindicó su compromiso de representación del afán popular rehuyendo vanidades y excentricidades, mercadeos programáticos o interesada opacidad. Desde la transparencia ideológica y programática, burlando las triquiñuelas del parlamentarismo liberal, pero exigiéndose el máximo vigor y respeto a los principios democráticos de dialogo, afrontó las soluciones exigidas por la revolución en Chile programadas por la Unidad Popular Chilena.
III.- El programa político defendido por Allende fue el configurado por las fuerzas políticas chilenas representantes del afán popular democrático. La solución a los problemas de Chile exigía una revolución, necesidad reconocida por la derecha chilena, la democracia cristiana: reforma agraria, regulación de la propiedad de los medios de producción en aras de paliar la desigualdad, reforma educativa, recuperación de los recursos propios en manos del imperio yanqui y eliminar los monopolios interiores. Un programa hacia el socialismo como fase de transición: no aniquilar el capitalismo sino edificar una nueva sociedad donde este no tuviera lugar ni preponderancia.
IV.- La bicha traicionera y miserable, alimentada por Washington aprovechó la confianza depositada por la Unidad Popular en la vía electoral al socialismo, confianza de otros muchos en Europa (PC italiano, PC francés, PC España…) y Norteamérica, etc. Allende tenía en mucho lo que él consideraba tradición de respeto a los procedimientos democráticos en su país, su ejército y resto de poderes del Estado. Cómo en la España de 1930, confiar en gorros con visera, togas y bonetes, no comisaría lealtades y, a precio de saldo, sus generales ensangrentaron sus manos y conciencia con la sangre de todo/a chileno/a que presumieran enemigo presente o futuro.
V.- La actuación de los sicarios chilenos y sus amos imperialistas dejaron claro algo con trascendencia (menor que cada una de las muertes de los y las represaliados/as por Pinochet y sus aliados militares, sociales y políticos). Su actuación evidenció que el conjunto de actos sociales y económicos, en su influencia política que llamamos capitalismo basa en su autoconvicción de que el poder reside sólo en su fuerza y que los procedimientos democráticos que faciliten la presencia de los productores en el parlamento y en el gobierno son meros obstáculos en la legitimación de sus imposiciones. El Capitalismo es incompatible con la Democracia y el “mientras tanto” no es justificación de actuación, social y política, que olvide o enmascare tal maldición objetiva.
VI.- El gesto heroico que hoy podemos aplaudir y homenajear de Salvador Allende y la Unidad Popular de Chile no aconteció al momento de su muerte. Se inició en su compromiso en la Unidad Popular, en su continuo reconocer a las fuerzas políticas que la constituyeron, alentando su existencia aun tras su aniquilación. Su gesto, expresión ética y moral y sobre todo de sus convicciones políticas sobre los agentes del cambio social, eligiendo no sobrevivir a la indigna masacre perpetrada por la Bicha fascista y sus amos imperialistas, confirmaron su grandeza personal y su compromiso con la verdad.
Sin duda iluminan las alamedas de libertad que crecen en el Chile de hoy y en el reconocimiento de muchos/as.
1.- José Ramón Pérez Meléndez – Abogado Laboralista.
2.- Agustín Millares Cantero – Historiador.
3.- Iván Alvarado Castro – Profesor de Antropología UAM.
4.- Orlando Rodríguez Peñate – Profesor de Historia.
5.- Manuel Sánchez Romero – Trabajador y Sindicalista Sector Metal.
6.- Paula Núñez Peraza – Auxiliar de Seguridad Portuaria.
7.- Diego León Socorro – Abogado Laboralista.
8.- Arturo Borges Álamo – Médico.
9.- Juan Andrés Tiburcio Herráez – secretario general Sindicato Elevación.
10.- Alejandro Pérez Peñate – Abogado Laboralista.
11.- Holger Peña Luna – Trabajador y Sindicalista Sector Metal.
12.- Juan Pedro Vega Sánchez – Trabajador y Sindicalista Sector Industria.
13.- José Molina Ramírez – Profesor Jubilado.
14.- Isabel Lecuona Fernández – Abogada Laboralista.
15.- Germán Santana Pérez – Profesor de Historia de la Universidad de Las Palmas de GC.
16.- Adrián Ubach Scholz – Politólogo.
17.- Carlos Álvarez – Escrito y Cineasta.
18.- José Rivero Pérez – Abogado.
19.- Víctor Caro Zamora – Profesor.
20.- Javier Marrero Santana – Activista Social.
21.- Teresa Báez – Abogada.
22.- Isaías González Gordillo – Abogado Laboralista.
El gobierno de la Unidad Popular estaba generando una conciencia y esperanza social de que el socialismo por la via pacifica era posible, un modelo que el capitalismo vió como una amenaza tan contagiosa y peligrosa que dispuso su derrocamiento.