Las campañas por el comercio de cercanía en Santander

La ultraderecha trata de pescar en río revuelto con mensajes aparentemente inocuos en campañas dirigidas al comercio local.

Corresponsal en Santander

En opinión de un casi recién llegado, Santander es una ciudad «vetusta» como pocas. Muchos de sus habitantes no parecen sospechosos de ser particularmente progresistas y de hecho fue la última ciudad en tener una estatua ecuestre del dictador. En este ecosistema coexiste un cierto sustrato nacionalista de izquierdas (perdónenme la licencia literaria), un pequeño reducto anarquista, unos cuantos comunistas y una «asociación cultural» esencialmente neonazi. Para contrarrestar la propagación de estas ideas neonazis se creó hace varios años la Asamblea contra el Racismo y la Discriminación de Cantabria.

Esta asociación neonazi, llamada “Alfonso I”, intenta desarrollar campañas similares a las de Casa Pound o HSM como por ejemplo recogidas de alimentos «solo para españoles». Su última campaña ha sido a favor del «comercio local». Entendiendo por «local» el comercio donde el dueño sea español, claro está. No conviene confundirse y pensar que la frutería de Ahmed entra dentro de su campo de interés. Parte de su campaña consiste en llenar los locales de Santander de sus carteles en apoyo del comercio «local». Tras intentar infructuosamente conseguir una postura común entre ese sustrato nacionalista de izquierdas y la Asamblea contra el racismo y la discriminación de Cantabria, este grupo nacionalista, cercano a Cantabristas, procedió a repartir sus propios carteles en apoyo del comercio de cercanía.

El resultado de ambas campañas es dispar cuando menos. Los «alfonsinos», más madrugadores, consiguieron que multitud de locales pegasen sus carteles. Los «cantabristas» tuvieron mucho menos éxito y su cartel no es fácil de ver. 

Hasta aquí pensaba que no habría nada demasiado sorprendente ni de lo que se pueda sacar una lectura particularmente profunda, más allá de la intrínseca dificultad de conseguir trabajar con nacionalistas “de izquierdas” hasta en los objetivos más compartidos. Sin embargo, he observado algo que sí que creo reseñable: hay un cierto número de tiendas que pegan ambos carteles, a veces uno al lado del otro. Aunque uno podría argumentar que este «ni para ti ni para mí» se debe a un intento de no perder ningún tipo de clientes en una situación económica poco halagüeña, en mi opinión, esto es así debido a que ambos colectivos son esencialmente desconocidos para la inmensa mayoría de la población. Así, el tendero ni siquiera percibe una diferencia entre ambas asociaciones.

Dejando de lado de momento el importante debate de fondo sobre si apoyar desde el movimiento comunista este tipo de iniciativas de comercio de cercanía es una decisión acertada o mero «seguidismo», esto debería servirnos a la izquierda comunista para pensar de cara a preparar nuestras propias campañas. Dedicamos muchos esfuerzos a campañas como las descritas anteriormente y esperamos conseguir algún resultado, cosa que no suele llegar. Quizá tengamos que intentar llegar a menos gente, quizá sólo un barrio, pero de manera más profunda. Que se sepa que somos diferentes y por qué. 

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