Los nuevos Pactos de la Moncloa

En la actual coyuntura de profunda crisis sanitaria, económica, social y política ¿es útil para la clase trabajadora y capas populares una reedición de los Pactos de la Moncloa?

Por el gobierno de coalición se anunciaron unos nuevos Pactos de la Moncloa con el nombre de “Comisión no permanente para la Reconstrucción Social y Económica” cuyos trabajos han concluido recientemente. El informe final sometido a votación en el Congreso de los Diputados ha supuesto un revés para sus promotores al rechazarse las propuesta de ámbito social y la congelación de la propuesta económica a causa de un voto invalidado. Aprobó, no obstante, el dictamen sanitario y el europeo por mayoría, con el voto favorable del PP.

En todo caso, un posible reedición más adelante de los Pactos de la Moncloa nos obliga al análisis de lo que fueron y las consecuencias que provocaron aquellos Pactos de 1977 durante la inmodélica transición.

Aquellos Pactos fueron un perverso pacto social, contrario a las directrices que habían sostenido el movimiento sociopolítico de las Comisiones Obreras. En esencia, el pacto social es la expresión política en favor de la conciliación entre las clases sociales, es decir, el sometimiento de los trabajadores a la voluntad del capital, que ata al movimiento obrero a doctrinas liberal-burguesas. Con la firma de estos Pactos perdieron independencia política el PCE y CCOO, además del prestigio y la ascendencia que habían logrado en el seno del movimiento obrero, acumulados por largos años de lucha y resistencia.

Un movimiento obrero muy combativo que había resurgido en décadas anteriores de luchas, movilizaciones y huelgas, bajo las durísimas condiciones que imponía la dictadura, sufrió el boicot y los ataques repetidos de los eurocomunistas dispuestos a imponer a toda costa la “paz social” que les reclamaban sus signatarios. Esta posición de los dirigentes eurocomunistas del PCE fue acompañada de una brutal represión contra los militantes que rechazaron aquella vergonzosa deriva. Las expulsiones fueron muy numerosas. Otros tantos comunistas fueron marginados y muchos militantes abandonaron la organización manifestando un profundo desacuerdo con las posiciones liquidacionistas de Carrillo y su grupo. De 201.000 militantes en abril de 1978 se pasó a 84.652 en diciembre de aquel año.

Los Pactos de 1977 abrieron un proceso continuo de degradación de la legislación laboral provocando tasas insoportables de paro, precariedad laboral, pérdida de poder adquisitivo de los salarios, deterioro en la seguridad e higiene en el trabajo, etc. Impulsaron la división sindical y el sindicalismo de pacto social o burgués en detrimento del sindicalismo de clase y revolucionario, contribuyeron a la consolidación de la Monarquía Borbónica, legitimaron a la oligarquía y condujeron un mayor sometimiento de nuestro país al capital internacional y al imperialismo y, finalmente, dañaron la sanidad pública, desmantelaron nuestra industria básica, privatizaron empresas públicas de sectores estratégicos y perdimos soberanía política y económica con la Europa del capital y su moneda.

En la actual coyuntura de profunda crisis sanitaria, económica, social y política ¿es útil para la clase trabajadora y capas populares una reedición de los Pactos de la Moncloa?

Resulta imposible salir de esta crisis sanitaria, económica y social si seguimos sujetos a los parámetros actuales del neoliberalismo. Ya sabemos a lo que nos conduce. ¿No será ahora el momento adecuado para que trabajemos para que este país rompa con este odioso corsé? ¿No es esta crisis un momento decisivo para reclamar la recuperación de la soberanía económica y política del país rompiendo con la Europa del capital y su moneda? ¿No es ahora cuando con más fuerza debemos reclamar la recuperación de la República, la profundización en los derechos y libertades democráticas, la vuelta a un protagonismo popular y el retorno al sindicalismo de clase revolucionario? ¿No es acaso el momento de exigir la devolución al Estado de todas las grandes empresas que fueron privatizadas? ¿No es el tiempo de reivindicar la reindustrialización de nuestro país y la adecuada atención a todos los que no pueden acceder a un trabajo digno?

Esto es precisamente lo que indican los Estatutos y el Programa Político aprobados en el XX Congreso. Ese es el mandato congresual que la dirección del PCE debe respetar con lealtad y disciplina partidaria. Hacer lo contrario supondría dar la espalda una vez más a los trabajadores y a las capas populares de nuestro país.

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