Sobre el espíritu

Sobre el espíritu

Diccionario filosófico marxista · 1946:280-281

Título de la obra más importante de uno de los más notables
materialistas franceses del siglo XVIII, Helvecio (ver), publicada en
latín por primera vez en 1758, en Francia. Este libro pertenece al
número de las brillantes y talentosas obras del pensamiento filosófico
y ateo del siglo XVIII, que Lenin tuvo en gran aprecio. La obra de
Helvecio Sobre el espíritu asestó un golpe destructor a la concepción
religiosa e idealista del mundo, a la que le opuso el materialismo y
el ateísmo. Según las palabras del gran materialista del siglo XVIII,
Diderot, el libro de Helvecio propina “un formidable garrotazo a los
prejuicios de toda clase”. En Sobre el espíritu hay una ingeniosa
crítica del régimen feudal, de las concepciones idealistas y
religiosas del mundo. Helvecio, defendiendo el materialismo y el
ateísmo, da una completa caracterización de la teoría sensualista del
conocimiento (ver: Sensualismo) y de los puntos de vista de los
materialistas franceses sobre los fenómenos de la vida social. No
obstante el idealismo de dichos puntos de vista y la incomprensión por
parte de los materialistas del siglo XVIII de los fundamentos
materiales de la vida de la sociedad, sus concepciones desempeñaron un
papel positivo en la historia de la filosofía. Helvecio escribe que
los hombres, por su naturaleza, no tienen ninguna diferencia; la
diferencia entre ellos tiene sus raíces en el medio social, bajo cuyas
condiciones viven. “La asombrosa variedad de caracteres, talentos y
gustos se debe atribuir a la variedad de formas de gobierno y, por
consiguiente, a la variedad de intereses de las naciones”. De los
puntos de vista de Helvecio sobre la vida social, no obstante su
limitación e idealismo, se deriva una deducción revolucionaria: hay
que cambiar el medio, la sociedad, para que los hombres, dotados de un
carácter malo y de gustos nocivos, cambien también, pierdan sus
cualidades negativas. En su obra Sobre el espíritu, Helvecio refuta
la existencia de ideas innatas, demostrando que las ideas del hombre
tienen por fuente el mundo material exterior que existe en el espacio
y en el tiempo y es cognoscible mediante los órganos de los sentidos.
El espíritu del hombre representa un conjunto o combinación de ideas
que yerra cuando el hombre se entrega a las pasiones o cuando no
conoce suficientemente el mundo y las leyes que le rigen. Helvecio
divide las ideas en útiles, dañinas e indiferentes. Los hombres
proceden conforme a las ideas que les son útiles y convenientes. El
mundo espiritual, según Helvecio, está sometido a la ley del interés.
Los hombres, por su naturaleza, son egoístas. Pero en sus intereses
personales tienen que tomar en cuenta los intereses sociales, seguir
el principio del egoísmo racional. La virtud es, por eso, el deseo de
hacer felices a nuestros semejantes, y la honestidad, el hábito de
proceder en interés del Estado y de la Nación. Las fallas de la moral
humana tienen su causa en la legislación defectuosa. Hay que abrir
los ojos a los hombres, cambiar las leyes y con ello eliminar muchas
calamidades. Bajo la apariencia de un examen del despotismo oriental,
Helvecio somete a una severa critica el régimen político y la
legislación de la sociedad feudal. Como casi todos los puntos de
vista de Helvecio, esta crítica tiene un carácter progresista,
revolucionario. Marx escribía que “no hace falta mayor sagacidad para
descubrir la relación que existe entre el comunismo y el socialismo, y
las teorías del materialismo sobre la inclinación innata hacia el
bien, sobre la igualdad de la capacidad intelectual de los hombres,
sobre la omnipotencia de la experiencia, de la costumbre y de la
educación, sobre la influencia de las circunstancias exteriores en el
hombre, sobre el alto significado de la industria, sobre el derecho
moral al placer, &c.”. No es extraño, pues, que la reacción en
Francia condenase a la hoguera el libro de Helvecio, por elogiar al
materialismo, y propagar el odio al clero y al régimen feudal
existente. La última edición de Sobre el espíritu en lengua rusa se
publicó en 1938.

No figura en el Diccionario filosófico abreviado · 1959

No figura en el Diccionario filosófico · 1965

No figura en el Diccionario de filosofía · 1984

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