¿Qué significa estar en el lado correcto de la historia?

Cuando arrecian las presiones de la OTAN y la UE sobre el gobierno alemán para que intensifique su implicación  en la guerra con el suministro a Kiev de los más destructivos carros de combate, recuperamos un soplo de sensatez y cordura a cargo de quien fuera importante dirigente del Partido Socialdemócrata alemán (Hojas de Debate).

El político alemán Oskar Lafontaine fue miembro fundador y copresidente del partido Die Linke (“La Izquierda”) y anteriormente un importante dirigente del Partido Socialdemócrata (PSD) que presidió entre 1995 y 1999. He aquí su respuesta al actual canciller federal, el socialdemócrata Olaf Scholz, que había declarado que “En Kiev, Járkov, Odessa y Mariúpol, la gente no solo defiende su patria. Luchan por la libertad y su democracia, por valores que compartimos con ellos. Como demócratas, como europeos, estamos de su lado, en el lado correcto de la historia”.

De manera que, según el canciller Scholz, quien esté del lado de los ucranianos se sitúa en el lado correcto de la historia. Pero, ¿quién representa a Ucrania y qué quieren los ucranianos?
Seguramente lo que quiere la gran mayoría de ellos es que cesen ya la matanza y la destrucción de su patria y que haya un alto el fuego y negociaciones de paz.

Cuando periodistas y políticos afirman lo contrario y hablan, por ejemplo, de que los ucranianos están dispuestos a sacrificar sus vidas por la libertad y la democracia, se trata en realidad de pura propaganda guerrera de quienes no arriesgan sus vidas y que, desde sus despachos, envían a otros a los campos de batalla.

Ni que decir tiene que tampoco los soldados rusos desean otra cosa que un alto el fuego inmediato y negociaciones de paz. ¿Por qué a los belicistas de todo el mundo les cuesta tanto imaginar cómo se sienten las familias cuyos padres e hijos deben morir en los campos de batalla?

El pueblo ucraniano anhela negociaciones de paz

En todo caso, no se está en el lado correcto de la historia apoyando las políticas de Zelensky y su entorno. Quieren que los soldados ucranianos luchen hasta la liberación de todos los territorios ucranianos ocupados por los rusos, incluida Crimea. Cualquiera que políticamente sepa contar hasta tres sabe que estas son metas totalmente inalcanzables.

Por si fuera poco, hace tiempo que un Zelensky que no para de reclamar la Tercera Guerra Mundial ha perdido toda credibilidad a los ojos de muchos. Tan pronto pide una zona de exclusión aérea como ataques preventivos contra Moscú. Lo mismo reclama armas nucleares para Ucrania que afirma, contrariamente a la verdad, que el misil de defensa ucraniano que mató a dos personas en territorio polaco fue disparado por Rusia, y después exige que la OTAN proteja la central nuclear de Zaporiyia ocupada por los rusos. Hasta el Frankfurter Allgemeine Zeitung se ha hartado: “Zelensky quiere arrastrar a la OTAN a la guerra”, ha escrito.

Al manifestarse constantemente por la extensión de la guerra y la reconquista del Dombáss y Crimea, Zelensky solo demuestra una cosa: que hace tiempo que no representa a la población ucraniana. Después de nueve meses de guerra, esta desea un alto el fuego y una solución de paz, a pesar de todas las afirmaciones de la prensa propagandística. Resulta tanto más irresponsable cuanto que los políticos europeos, con los belicistas alemanes a la cabeza, apoyan el objetivo de Ucrania de derrotar a Rusia.

Se repite una y otra vez que Ucrania debe ganar. El hecho de que una potencia nuclear no puede ser derrotada no debería pasar desapercibido, ni siquiera a aquellos que, como los actuales gobernantes alemanes, jamás se han ocupado de política exterior.

Sigue valiendo la advertencia que hiciera el legendario presidente de EEUU, John F. Kennedy: no hay que poner nunca a una potencia nuclear en una situación de la que no pueda salir sin perder la cara. Quien quiera llevar al límite a una potencia nuclear, es decir, quien se arriesgue a una guerra nuclear, ciertamente no está en el lado correcto de la historia.

Solo quienes no exponen sus vidas hacen sonar los tambores de guerra. Vienen a colación las palabras del cantautor francés Boris Vian en su famosa canción “El desertor”: “Si hay que dar sangre, vaya a dar la suya, usted es un buen apóstol, Señor Presidente”. Leobald Loewe lo tradujo al alemán: “Ihr schwört im Parlament, man müsse Blut vergiessen, so lasset Eures flysen, verehrter Präsident”.

Podemos estar seguros de que muchos ucranianos y rusos tienen sentimientos similares cuando piensan en su presidente y en los propagandistas de la guerra. Siempre el mismo estribillo. El poeta romano Horacio escribió una vez: “Dulce et decorum est pro patria mori”: es dulce y honorable morir por la patria.

Con esta moral mentirosa de los que envían a otros a la guerra, durante milenios han muerto personas inocentes en los campos de batalla. Es hora de hacer una tregua y negociar la paz, porque cada día ucranianos y rusos son víctimas de este “amor a la patria”. Hay que preguntarse por los principios morales por los que hay que regirse si se quiere estar en el lado correcto de la historia.

Para responder a esta pregunta, siempre me he referido al gran humanista Albert Schweitzer, quien abogó por hacer del respeto a la vida el fundamento de la acción humana. “El respeto a la vida que debe guiarnos a los hombres incluye todo lo que contribuye a él: amor, devoción, compasión, alegría compartida, esfuerzo común”. El amor al prójimo y la compasión por él son las condiciones de un mundo en paz.

De repente, “Los Verdes” favorables al envío de armas

Pero también apelan a la vida políticos que, como Annalena Baerbock en Alemania (dirigente de “Los Verdes”), promueven entregas cada vez mayores de armas a Ucrania. “Nuestras armas salvan vidas”.

¡Es puro aventurerismo! El partido de los Verdes, que surgió del movimiento pacifista, repite ahora el eslogan del lobby armamentista estadounidense,“Guns Save Lives”, para una política exterior cuya consecuencia es la prolongación de la guerra en Ucrania; que sigan perdiendo la vida miles de personas y siga destruyéndose Ucrania.

El principal problema por el que Occidente no puede estar en el lado correcto de la historia es su doble moral, que practica a una escala sin precedentes.
Por ejemplo, el presidente ucraniano, Zelensky, calificó hace unos días los ataques rusos a la infraestructura de su país, que han provocado cortes de energía generalizados, como un “crimen de lesa humanidad”. Exigió del Consejo de Seguridad de la ONU que Rusia sea claramente designada como un estado terrorista. Igualmente, el presidente francés, Emmanuel Macron, ha calificado los ataques rusos contra los suministros de agua y electricidad de Ucrania como crímenes de guerra que deben tener consecuencias. “Cualquier ataque contra la infraestructura civil constituye un crimen de guerra y no debe quedar impune”. También el Parlamento Europeo ha clasificado a Rusia como estado terrorista.

Cualquiera que aún no haya abandonado completamente sus recuerdos en el desván recordará los bombardeos de Serbia por parte de la OTAN. Esto se podría leer en el Tagesspiegel en 1999: “Los ataques de la OTAN dejan sin suministro de agua y electricidad a Serbia. Tras la parálisis nacional del suministro de agua y electricidad en Serbia, la OTAN amenazó al régimen de Belgrado con nuevos ataques a las instalaciones centrales de energía. El portavoz de la OTAN, Jamie Shea, dijo en Bruselas el lunes que la OTAN ha demostrado su capacidad para cortar el sistema de suministro serbio cuando quiera’”.

En aquel entonces, el Parlamento Europeo no clasificó a los países de la OTAN como estados terroristas, y nadie pidió castigar a los criminales de guerra de Estados Unidos, Alemania, Francia y otros países de la OTAN, responsables de aquellos hechos.

El cénit de este doble rasero se produjo el pasado 30 de noviembre. La Comisión Europea había presentado planes para la creación de un tribunal especial, respaldado por las Naciones Unidas, que investigaría y enjuiciaría posibles crímenes de guerra cometidos por Rusia en Ucrania. “La invasión rusa de Ucrania ha resultado en muerte, desolación y sufrimiento indecibles”, dijo la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en un comunicado. “Rusia debe pagar por sus horribles crímenes, incluidos sus crímenes de agresión contra un Estado soberano”. Por lo que se ve, la Comisión Europea y su presidenta alemana son incapaces de imaginar que los soldados ucranianos también estén cometiendo crímenes de guerra.

La élite occidental en el banquillo de los acusados

Basta sustituir la palabra “Rusia” por “Estados Unidos” y Ucrania por Afganistán, Irak, Siria, Libia, Yugoslavia, etc., para darse cuenta de inmediato de la increíble desvergüenza e hipocresía con que la presidenta de la UE celebra su doble moral.

Para completar, el Bundestag alemán decidió hace unos días endurecer el artículo 130 del código penal contra la incitación al odio. En adelante, cualquiera que “apruebe, niegue o minimice groseramente los crímenes de guerra” podrá ser procesado.

Los ejemplos anteriores son exponentes de la negación o minimización grosera de los crímenes de guerra occidentales. Con esta nueva ley, el Bundestag alemán podría llevar al banquillo de los acusados a la élite política occidental. Si realmente se aplicara, no estaría en el lado correcto de la historia. Pero se sentaría en el banquillo que le corresponde.

Fuente: Weltwoche, 8 de diciembre de 2022. Traducción: Hojas de Debate, a partir de la versión en francés de Point de vue Suisse, reproducida en ANC

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