Se le ve el plumero

La preocupación de Borrell le lleva a recordarnos que todo ese material bélico que supuestamente está al servicio de la Paz debe entregarse cuanto antes y limpio como los chorros del oro, que ya habrá ocasión de ensangrentarlo en los campos de batalla. 

El señor Borrell ha vuelto a colocarnos desde Bruselas, un discurso de los suyos y de unos cuantos más mentirosillos vocacionales, malabaristas manipuladores de lo que ahora se conoce como relato aunque algunos lo llamarían “cuentos chinos” si no fuera porque de éstos les parecen más aprovechables los globos para fabricar mentiras voladoras…

En resumen, el Sr.Borrell nos anima para la guerra. ¿Cuál de ellas? Porque hay muchas: no declaradas, de independencia, de sucesión, santas, religiosas, civiles, de guerrilla, mundiales, totales, frías, anfibias, biológicas, sucias, químicas, de trincheras, de movimientos, espaciales, de agresión, de desgaste, informáticas, híbridas, neocorticales…

Creemos que el Sr. Borrell se inclina por declararnos la guerra de ideas porque no para de agredirnos con sus ocurrencias, unas premonitorias, como cuando nos pone fecha (primaveral) para el estallido militar sin límites, otras de tipo moral como cuando nos presiona con el obligado cumplimiento de “compromisos” adquiridos con la defensa de principios políticos de valía universal como son la Paz y la Democracia. Pero hay más porque la preocupación de Borrell le lleva a recordarnos que todo ese material bélico que supuestamente está al servicio de la Paz debe entregarse cuanto antes y limpio como los chorros del oro, que ya habrá ocasión de ensangrentarlo en los campos de batalla. 

Recoge Borrell la autorizada opinión de la Sra. Robles sobre la necesaria reparación y limpieza de la cacharrería que vamos a enviar junto con los manuales de instrucciones (para que no salga el tiro por la culata) pero realmente sólo ha conseguido demostrarnos que pertenece a la casta imperial que junta tanques, aviones y cohetes mientras nos intenta manipular el neocortex con tal descaro que, con ese discurso, se le nota mucho el plumero.

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