Alfonso Guerra está triste

Las amistades peligrosas de Alfonso Guerra

El que fuera vicepresidente muchos años de los gobiernos de Felipe González, ha firmado junto a Esperanza Aguirre y otros ex altos cargos un manifiesto defendiendo a Juan Carlos de Borbón, manifestando su pena porque «haya sido obligado a abandonar España», recordando su extraordinario legado, pesaroso en definitiva por la triste suerte del emérito.

Estos días la prensa se hacía eco de las palabras de la actual vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, que ha visitado en Francia al cordobés Juan Romero, de 101 años, último superviviente de los españoles presos en el campo de exterminio nazi de Mauthasen, señalando que «la democracia española tiene una deuda pendiente con el exilio, que se va a saldar con una futura Ley…».

Esta Ley entrará en vigor cuando no quede vivo ni uno solo de aquellos supervivientes, que junto a los miles de exiliados por la guerra y la represión franquista tuvieron que huir de nuestro país, y vieron como los Gobiernos de los que era Vicepresidente Guerra no se acordaban, entonces, cuando estaban vivos, de ninguno de ellos. 

No le dio pena a Alfonso Guerra, no firmó ningún manifiesto, no impulsó entonces ninguna ley, su pesar surge ahora,  porque el emérito se tiene que ir de España, con un botín de dos mil millones de euros según la revista Forbes, a un hotel donde dormir vale cada noche 11 mil euros, y cuyos privilegios hacen muy difícil juzgarlo.

Ya puestos, nos debía haber informado si le dio pena de las andanzas de otro «presunto»,  de su gran amigo el Presidente del Sindicato Minero de UGT, Fernández Villa, con quien cada año daba grandes mítines en Rodiezmo (León) y al que el Fiscal pide 5 años de prisión por haberse llevado un millón doscientos  euros de aquel sindicato, con grave perjuicio material, y no digamos moral, para sus afiliados.

En fin, los sentimientos de Alfonso Guerra.

Alberto García

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