La guerra de Ucrania y la batalla de la comunicación en “Occidente”: consecuencias sin causas

Esta entrada es la parte 1 de 3 en la serie Guerra y batalla de la comunicación

Absoluta unanimidad de los medios de comunicación de “Occidente” en el tratamiento de la actual crisis de Ucrania, de las consecuencias para su pueblo y de los riesgos que conlleva para Europa y el mundo: es “la guerra de Putin”.

“La guerra de Putin”, “la invasión de Putin”, “las tropas de Putin”, “el desafío de Putin”, “el delirio de Putin”… son fórmulas que resumen el argumentario (de guerra) de nuestros gobernantes y la línea invariablemente sostenida por los oligopolios mediáticos en cualquiera de sus expresiones (prensa escrita, radio y televisión, cualquiera que sea la índole de sus programas: políticos, culturales o deportivos; internacionales o nacionales). “Esta es la guerra de un solo hombre: Vladímir Putin”, sentenciaba en una entrevista al diario El País el ministro de Exteriores español. En visita a la base militar de la OTAN de Adazi, en Letonia, a menos de 200 kilómetros de la frontera con Rusia, el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, lo repetía: “Putin está solo”. El propio Sánchez no ha dejado de reiterarlo después.

Otra de las afirmaciones comunes sostiene que “nadie puede entender” las razones de la operación rusa en Ucrania. Lo decía, por ejemplo, el conductor del informativo matinal del pasado 4 de marzo de una cadena de radio española, para añadir: “salvo Putin”, naturalmente. La primera afirmación parecería un lapsus, si la segunda no revelara más bien el estribillo coral al uso. Sin embargo, pensar, analizar, esforzarse en “entender”… son ejercicios intelectuales supuestamente distintivos de nuestra especie a los que nunca se debiera  renunciar.

Sobre todo porque no se concibe una acción que aspire sincera y coherentemente a detener el horror de la guerra ignorando sus orígenes. Comprender no es justificar. “No entender” tampoco es lo mismo que no querer hacerlo y mucho menos es ocultar o tergiversar cuantos elementos no convengan a la visión caricaturescamente monolítica que se quiere dar del conflicto. Cuando los medios de comunicación están instalados en la más absoluta parcialidad, la información cede el paso a la propaganda de uno de los bandos beligerantes: se convierte en arma de guerra. Esta deriva no es exclusiva de esta guerra ni de un solo país, pero, como decía recientemente Javier Couso, los medios españoles están dándonos ahora un triste ejemplo de ella.

Decimos rotundamente NO a la guerra. Abogamos por la solución pacífica de los conflictos internacionales. Nos oponemos sin ambages al uso de la fuerza contra todo pueblo y cualquier Estado porque en la guerra los pueblos pierden. Las masacres continuadas infligidas a palestinos, afganos, iraquíes, libios, sirios y tantos otros pueblos por EEUU y sus aliados, como las que sufre el pueblo del Yemen, dan la medida del “humanitarismo” de las administraciones estadounidenses y de sus socios de la OTAN y allegados (Israel, Arabia Saudí…). Las pruebas incuestionables que destapó WeakiLiks de tantas masacres cometidas por este “Imperio del Bien” son combatidas organizando su olvido y matando al mensajero, con el acompañamiento vergonzoso de inhibición o complacencia del coro de cortesanos mediáticos en todos sus niveles [1]El Tribunal Supremo británico confirmó el 14 de marzo su decisión de dar vía libre a la extradición de Julian Assange a EEUU..

Nos pronunciamos contra la guerra de Ucrania, desde luego, pero desde su comienzo. La guerra en Ucrania no empezó el 24 de febrero de 2022, ni unas semanas antes, con la concentración de tropas rusas en sus fronteras. Las medidas discriminatorias y la violencia contra una componente importante de la población ucrania, de lengua y cultura rusas, empezaron inmediatamente después del golpe de Estado contra el presidente Yanukóvich, estimulado y apoyado por EEUU y sus subordinados en la OTAN. La independencia proclamada de Lugansk y Donetsk, en el este de Ucrania (Dombás), con fuerte mayoría rusófona en su población, fue contestada por los poderes nacidos del golpe de Estado con una guerra sin cuartel. Antes del 24 de febrero pasado, ya había dejado 14.000 muertos y otros tantos heridos; por supuesto, muchos de ellos niños.

Los acuerdos de Minsk I (septiembre 2014) y II (febrero 2015) firmados por los representantes de Ucrania, de las repúblicas del Dombás y de la Federación Rusa, bajo los auspicios de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa y, después, la implicación como facilitadores de los gobiernos de Alemania y de Francia integrantes del “Cuarteto de Normandía” (con Ucrania y Rusia), fueron un intento de poner fin a la guerra. Establecían el reconocimiento de una amplia autonomía a las regiones del Este de Ucrania, el desarme de los grupos armados ilegales, la retirada de armamento pesado y una fórmula que garantizara la seguridad transfronteriza a Ucrania y a Rusia. El ejército de Kiev y sus bandas de  extrema derecha incumplieron los acuerdos desde el primer momento. Sus mandantes de Washington nunca los desearon. 

Estas víctimas ucranias no conmovieron la fibra “solidaria” de la democracia made in USA, ni de las corporaciones mediáticas occidentales. Se desconocen declaraciones de “condena” de los humanitarios maestros de “valores” que ahora se prodigan: incluidos el Sr. Sánchez y sus vicepresidentas, las Sras. Robles y Díaz, entre otros. ¡Necesitaron 8 años para hacerse sensibles al dolor de la población ucrania!

Quizás si encontraran un momento para ver el documental que la periodista francesa Anne-Laure Bonnel rodó en 2015 en el Dombás martirizado, se harían una idea de las ocasiones de solidarizarse con la población de Ucrania que han perdido a lo largo de estos 8 años [2]El documental, producido en 2016, subtitula en francés los testimonios recogidos sobre el terreno que acompañan a unas imágenes que dan sobrada cuenta del drama humano. El vídeo se inicia con la … Seguir leyendo.

A menos que les disuada la advertencia de “La comunidad de YouTube” sobre los contenidos del vídeo o que el juicio siempre “imparcial” de una agencia de inteligencia estadounidense les persuada de que no es más que otro producto  de la “propaganda de Putin” y de que la periodista sería una “agente a sueldo” o, cuanto menos, parte del séquito de “compañeros de viaje” o “tontos útiles”: sería muy desgraciado pero nada sorprendente que este vocabulario, que en España popularizaron el franquismo y su prensa, se pusiera de nuevo de moda en estos tiempos de histeria anti-rusa permanentemente alimentada desde los medios.

Quienes se aplican constantemente a descontextualizar los acontecimientos no tienen ninguna intención de que los “entendamos”. Preguntarse por las razones de un problema es tomar en cuenta de dónde viene. Y fechar los hechos, tener clara su secuencia. Repetimos: 2014, golpe de Estado en Ucrania apoyado sin misterio alguno por Estados Unidos; elecciones en un clima de intimidación y violencias contra cualquier disidencia y especialmente contra la población rusófona del país. Consolidación de esta orientación de los nuevos poderes de Kiev. Reacción del Dombás, con fuerte mayoría rusófona, seguida de una guerra civil que había dejado miles de muertos en la región a lo largo de los 8 años que precedieron a la entrada de las tropas rusas en Ucrania.

Formaciones de ideología nazi (Svoboda, Sector Derecho…) jugaron un importante papel en el golpe de Estado y en las violencias contra sus oponentes en distintos puntos del país. En paralelo con el ejército de Kiev o integradas formalmente en él (grupo ultranacionalista Centuria, Batallón Azov, Batallón Aidar), y con entrenamiento militar proporcionado por oficiales de la OTAN,se distinguen en la comisión de toda clase de crímenes contra la población, especialmente la del Dombás.

Desfile del Batallón Azov en Mariúpol con banderas de inspiración nazi, agosto de 2020

Pronunciamientos del gobierno ucranio y de responsables de la OTAN a favor de la incorporación de Ucrania a la Alianza, guiños provocadores a la instalación en su territorio de misiles nucleares…: ¿cantos de sirena?

Para “entender” la tragedia de hoy, y para detenerla, hay que continuar contextualizando y fechando: las promesas reiteradamente hechas en 1990 a los gobernantes soviéticos por parte de los dirigentes de EEUU y de otros importantes miembros de la OTAN de que esta no se extendería “ni un centímetro” al Este, se convirtieron en incorporación, en cinco oleadas sucesivas (entre 1999 y 2020), de una docena de países a la Alianza militar (además de la antigua RDA desde la unificación alemana de 1990). Hay que sumar otros cuatro o cinco candidatos (entre ellos, además de Ucrania, otras dos ex Repúblicas Soviéticas: Georgia y tal vez Moldavia) y otras tres posibles incorporaciones actualmente en debate.

Yugoslavia (1999) y Libia (2011) recordaron al mundo el “pacifismo” de la OTAN…

Independientemente del “descubrimiento”, señalado por el semanario alemán Der Spiegel, de un documento fechado en 1991 que recogería el compromiso de los líderes occidentales de no extender la OTAN al Este, lo cierto y archisabido es que esas promesas fueron repetidamente hechas. Muy recientemente, quien fuera entonces ministro de Asuntos Exteriores de Mitterrand, Roland Dumas, ha ofrecido su testimonio vivido de este acuerdo (según él, no escrito) compartido por los mandatarios occidentales y los soviéticos.

¿Qué “concluye” el Presidente Sánchez? Pues que “es muy importante que paremos los pies a Putin porque no sabemos qué país será el siguiente”. Los “buenos de la película” no necesitan pararse a pensar ni argumentar con algo de coherencia y tomando en cuenta todos los hechos. Les basta con la propaganda. Pensar no es justificar. Tampoco es ocultar lo que no conviene a la propia toma de partido y manipular.

(Próximo capítulo:  La guerra que “Occidente” no cuenta)

Redacción de Hojas de Debate  

Notas

Notas
1 El Tribunal Supremo británico confirmó el 14 de marzo su decisión de dar vía libre a la extradición de Julian Assange a EEUU.
2 El documental, producido en 2016, subtitula en francés los testimonios recogidos sobre el terreno que acompañan a unas imágenes que dan sobrada cuenta del drama humano. El vídeo se inicia con la reproducción de una alocución grabada, de 2014, del entonces presidente ucranio, el magnate Petro Porochenko, refiriéndose así a los habitantes del Dombás: “¡Tendremos trabajo y ellos no! ¡Tendremos pensiones y ellos no! ¡Tendremos ayudas para los jubilados y los niños y ellos no! ¡Nuestros niños irán a escuelas y guarderías y los de ellos estarán encerrados en sótanos! Porque no saben hacer nada. Y es así, precisamente así, como ganaremos la guerra”. El semblante y la gesticulación Porochenko eran expresión fidedigna de sus “humanitarios” propósitos.
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