El conflicto actual entre Ucrania y Rusia

Esta entrada es la parte 2 de 8 en la serie Ucrania, Rusia y la OTAN

El desorbitado incremento de la factura de la luz aparece vinculado al retraso promovido por EEUU de la apertura del gaseoducto ruso-alemán, en el marco de una estrategia global imperialista por debilitar a uno de los principales aliados de China.

Describíamos sucintamente en el anterior artículo la extensión de la OTAN hacia el este. Esta organización, lejos de defender al “mundo libre” del anexionismo soviético como promulgaba, y por tanto carente de objeto una vez desaparecida la Unión Soviética, ha continuado incrementándose con los países del desaparecido  Pacto de Varsovia, rodeando cada vez más a Rusia de manera amenazadora.

Ahora trataremos algunas de las características del actual conflicto con Ucrania, que están vinculadas al problema que antes hemos descrito: la creciente presión militar sobre Rusia, en el que los principales países europeos aparentemente no tienen interés, pero que en cualquier caso se ven arrastrados al  de  los EEUU.

La actual Ucrania emerge de la desaparición de la Unión Soviética. Es un extenso territorio de más de seiscientos mil km cuadrados y de más de 40 millones de habitantes, algunos de cuyos enclaves tienen una gran influencia simbólica también en Rusia. Concretamente Kiev fue el lugar donde se adoptó el cristianismo impulsado por Bizancio en el año 988 y hecho suyo desde entonces por los rusos como religión mayoritaria.

Este territorio ha estado sujeto por siglos a fronteras difusas y múltiples influencias, desde la Rusia zarista, el estado polaco-lituano, el Imperio austro-húngaro, e incluso el Imperio turco, y el pueblo que más lo ha representado ha sido el cosaco, que modificaba sus fidelidades según le indicaban sus cambiantes intereses.

Finalmente, en 1918 se establece la República Popular Ucrania y la Ucrania soviética, y las más significativas influencias que le han afectado por siglos, las del Imperio austro-húngaro y la rusa marcan las diferencias religiosas (catolicismo de rito oriental sometido al Vaticano en la zona más occidental y en la oriental la religión ortodoxa), y las idiomáticas, con el ucraniano predominante en el oeste y el ruso en el este.

Según indican los observadores, cuando  este país experimenta una buena situación económica y una política de unidad, las diferencias entre esas dos mitades decaen, para fortalecerse, sin embargo, en épocas de crisis, en que cada sector se aferra a su referente al este o al oeste, en unos enfrentamientos que azuzados desde fuera pueden llegar a ser de gran virulencia y acabar en tragedia.

En la primera parte del siglo XX ya irrumpía en Ucrania un potente movimiento ultraderechista, xenófobo, como es el acaudillado por Simón Petliura. Remito al lector a la Wikipedia, donde encontrará con el nombre de este personaje interesantes datos sobre las actividades de la derecha ucraniana, fundamentalmente en la parte occidental del país, la serie de pogromos que llevaron a cabo contra la población judía acusándola de manera genérica de apoyar a los bolcheviques. En los primeros meses de  1920 los extremistas de Petliura forjaron un régimen filofascista, aliándose con el entonces Jefe del Estado polaco, el reaccionario Jósef Pilsudski, en una alianza contra la Unión Soviética, atacando al ejército rojo que acabó derrotándolos. Petliura emigró en noviembre de 1920 a Polonia, desde donde organizó otro intento de invasión de Ucrania, también fracasada.

Los judíos muertos en los pogromos organizados directa o indirectamente por Petliura y sus seguidores ucranios se calculan entre 35 y 50 mil.

Este personaje es en la actualidad héroe nacional de Ucrania, homenajeado por los gobernantes con una estatua en 2017, y con una calle con un bajorrelieve en Kiev. Fue uno de los constructores del bulo fascista de la “conspiración judeo-bolchevique”.

Con la diversidad cultural, política e idiomática que hemos aludido, que lleva en su seno la existencia de fuertes tensiones, a las que ha de añadirse la  influencia de sectores neonazis entre la reacción ucrania, el 21 de noviembre de 2013 se iniciaron las movilizaciones del llamado Euromaidán, que derrocaron al presidente electo del país, Víktor Yanukóvich, del partido prorruso Partido de las Regiones. El principal instigador de los disturbios, el ultra derechista partido  Pravy Sektor y el no menos ultra Svoboda, provocaron una dramática división según las encuestas realizadas en aquel momento, en el que unos apoyaban la ruptura de relaciones con Rusia y otros su fortalecimiento, de forma ostensiblemente diferente al oeste y este del país, respectivamente.

A lo largo de 2014 las protestas de los sectores derechistas fueron subiendo en intensidad, así como los disturbios que promovían y la utilización de medios crecientemente violentos, con choques cada vez más agresivos entre manifestantes y policías, calificándose el clima de “preguerra civil”.

Finalmente los opositores reaccionarios ocuparon las principales instituciones del país y Yanukóvich es destituido por la Rada Suprema. Una actuación desprovista de los trámites legales exigibles según la legalidad vigente entonces y, por tanto, considerada ilegal por muchos observadores.

En 25 de mayo de 2014 se celebraron nuevas elecciones en un ambiente de extrema tensión, que dieron la victoria al magnate occidentalista Petró Poroshenko.

La política apoyada por estos sectores ultraderechistas pasaba por la eliminación del idioma ruso en todos los foros públicos posibles, entre otras medidas que apuntaban en la misma dirección etnicista. 

Mediante una resolución conjunta del Parlamento de Crimea y el Consejo de la ciudad de Sebastpol aprobada el 11 de marzo de 2014, se declaró la independencia de la República Autónoma de Crimea, apoyada por 78 de los 100 diputados del Parlamento.

El 18 de marzo siguiente se firmaba el acuerdo interestatal de anexión a Rusia como República de Crimea y Sebastopol como ciudad federal, restableciéndose finalmente la base naval de esta última como parte de la flota rusa del mar Negro.

No está de más un breve apunte histórico para señalar que Crimea fue ganada por los rusos a los turcos en 1783, en el contexto posterior a  la guerra ruso-turca de 1768 a 1774, cuando se produjeron diversas sublevaciones eslavas contra la dominación turca. Más tarde Crimea formaría parte de la URSS de 1921 a 1954, siendo  transferida en este contexto a la República Socialista  Soviética de Ucrania en 1954, que entonces formaba parte de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Por tanto, Crimea no era originariamente ucraniana, sino rusa.

Finalmente se suceden también  los  hechos  del Donbás, (región al sureste de Ucrania) en 2014 como reacción rebelde contraria al Euromaidán, dando lugar a un conflicto armado con el gobierno derechista de Ucrania con  los habitantes de dicha región. A partir sobre todo de aquella fecha  se incrementan  los intentos cada vez más acuciantes de Ucrania para ingresar en la OTAN, lo que acarrearía la ampliación de bases militares de esta organización en el este de Europa y una cada vez mayor presión bélica contra Rusia, sin olvidar a los nuevos candidatos militaristas, Georgia y Bulgaria, y los coqueteos con Finlandia y Suecia, configurando un anillo de fuego que asfixiaría a aquel país, al que los corifeos atlantistas lo presentan como un enorme monstruo capaz de devorar al resto del mundo. Pese al innegable potencial militar heredado de la Unión Soviética, Rusia tiene una escasa capacidad económica, pues su producto interior bruto (1.293.000 m. de euros) es incluso inferior al de Italia, (1.653.577), en 2021, lo cual y sin perjuicio de sus materias primas y enorme extensión, habla bien a las claras de su fragilidad económica  y   de  su interés por mejorar las relaciones con la Unión Europea. 

En este contexto que sucintamente describimos,  se ha producido una reacción muy visible al día de hoy, con la concentración de tropas en la frontera con Ucrania, y los sucesos que estos días ocupan la atención mundial, con el riesgo de un conflicto catastrófico de imprevisibles consecuencias. 

La paloma de la paz, Picasso

Imprevisibles pero no inimaginables. Ya están las bolsas mundiales advirtiendo de los peligros económicos para todo el mundo que solo el aumento de la tensión militar está provocando. Un hipotético conflicto desgarraría a Europa, provocaría la ruina del continente y generaría una gravísima situación  que ya se viene notando con el extraordinario aumento del precio de los productos del gas y de las materias primas que provienen de Rusia, lo que a su vez acarrearía dramáticas consecuencias humanas y sociales, que afectarían completamente al suelo del viejo continente, que nada tiene que ganar con esta deriva bélica que promueven, desde la distancia de muchos miles de kilómetros, los Estados Unidos de América. Esta potencia imperialista podría ser la gran beneficiaria del conflicto bélico, arruinando a Rusia, debilitando a Europa, generando una colosal venta de armas y una dependencia política cada vez mayor de la serie de países satélites que, víctimas de la inseguridad que ella misma provoca, se acogen al ala de la benéfica OTAN, esa que nos iba a salvar del comunismo soviético.

Para la propia Ucrania todo lo que sea tensar cada vez más la cuerda que divide por dos mitades el país, es incrementar el riesgo de guerra civil.

Por ello, urge llamar a la distensión. Hoy son más necesarias que nunca las voces que se opongan a la resolución por medios bélicos de los conflictos, que promuevan la negociación como forma de solucionarlos, y que den un decidido impulso a la vieja reclamación de desaparición de los bloques militares, pues vemos con estupor que, eliminado uno de ellos, el Pacto de Varsovia, el otro, la OTAN, no cesa de crecer y amenazar.

Esas voces sin duda tendrán en Europa sus protagonistas, al ser la región del mundo que hoy por hoy más tiene que perder con la escalada militarista. Hace falta que sus dirigentes adopten las responsabilidades necesarias para disponer de una política autónoma y no supeditada a los EEUU.

¿Cómo es posible que, pese a la enorme inversión realizada,  un proyecto colosal como el Nord Sream II que atraviesa el mar Báltico por 1.225 kilómetros con un coste de 11.000 millones de dólares, no haya entrado en funcionamiento para conducir el gas ruso hacia Alemania? Su apertura, ahora detenida, es uno de los motivos del encarecimiento del gas debido a que EEUU se ha puesto reiteradamente a este gasoducto. En estos momentos en que se habla tanto del derecho de Ucrania a poder adherirse a la OTAN, ¿cuáles son los títulos legales de EEUU para condicionar el comercio entre Rusia y Alemania? ¿Cómo se puede admitir que los americanos exijan que todo ese gas tenga que pasar de forma necesaria por Ucrania?

EEUU e Inglaterra se opusieron ferozmente desde el principio a la construcción del Nord Sream II. Y no debemos descartar que el intento de impedir su puesta en funcionamiento sea una de las principales causas de la actual crisis, aunque no la única. Una somera visita en Google a la voz “Nord Stream II y EEUU” detalla lo sucedido al respecto.

En España deben fortalecerse estas posiciones exigentes de autonomía frente a EEUU, así como la negativa a enviar medios bélicos y humanos a la zona del conflicto, en lugar de secundar de manera totalmente acrítica la beligerancia impulsada por los EEUU,  cada vez más cuestionada, por ejemplo, en Francia y Alemania. Alberto García

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One thought on “El conflicto actual entre Ucrania y Rusia

  • 9 de febrero de 2022 en 13:25
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    En las últimas líneas del libro “La Alternativa del Diablo” de Forsyth, antes del epílogo vienen:
    “Desde el centro del incendio, rodando sobre el agua, un solo grito humano llegó a oídos de los marineros:
    -Shche me vmerla Ucrania…
    Después, silencio. Las llamas menguaron, temblaron y se extinguieron. Volvió a caer la niebla.
    -Que diablos quiere decir eso?- murmuró el comandante de la Cutlass.
    Fallon se encogió de hombros.
    -No lo se. Alguna jerga extranjera.
    Detrás de ellos, Adam Munro contemplaba los últimos fulgores de las llamas moribundas.
    -Traducido libremente-dijo-, quiere decir “Ucrania resucitará”

    O sea que Forsyth sabía de la trama de estas fuerzas ucranianas.

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